
Como
los vinos tintos que se perfeccionan con el tiempo y en el silencio de las
cavas, este libro sobrevivió a los cambios y al olvido y tuvo en 1989 su
resurrección cuando Nicolás Catena, lector entusiasta y amigo desde la
adolescencia de Juan Coletti, financió la bellísima edición ilustrada por el
maestro Carlos Alonso, impresa en Ediciones de Arte Gaglianone.
“Este canto –dice el autor en el
prólogo- es el testigo simple de mí
mismo, mi testimonio de permanencia en un paisaje que apenas ha cambiado, mi
respeto a los que fueron, que son y que serán: hombres, mujeres y niños que van
y vienen entre las viñas y las chacras, perpetuamente sintonizados a mi alma y
a quienes rindo, nuevamente, mi homenaje”.
Primer libro de la
juventud del poeta y sin embargo pleno
de la sabiduría de los labriegos,
ingenuo y vigoroso, contestatario y sensual, pintura humana y social que
sólo puede ser rescatada con el don de la palabra, de la profecía poética.
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