A partir de 1955 comencé a seleccionar algunos de mis poemas con el
propósito de ir dando forma a un libro que inicialmente iba a titularse Aprendiz de pintor, como excusa
artificiosa, pensaba entonces, a mi frustrada vocación de artista plástico
estimulada, sin éxito de mi parte, por Luis Quesada.
Los años seguían
sucediéndose y la carpeta con los manuscritos aguardaba el momento de su
transfiguración en libro.
Mientras preparábamos la
nueva edición de mi CANTO LABRIEGO, Carlos Alonso, que participaba con sus
impecables pinturas en la ilustración del libro, me dio una cuota de entusiasmo
cuando aseguró que yo “pintaba con palabras”, y no faltó en otras ocasiones que
algunos críticos mencionaran “la precisión fotográfica” de mi escritura.
De manera que en 1997,
gracias a Ediciones del Fundador, tuve la oportunidad de presentar mi primera
exposición. Digo exposición ya que el
libro está presentado como una Galería de Arte distribuida en cinco salas en
las que voy mostrando una selección de mis trabajos desde 1955 a 1992.
Esta antología es un
fragmento de mi incursión en el mundo de la literatura que ofrecí y sigo
ofreciendo a cada lector con la natural gratitud de un campesino ilustrado
que aún
conserva su pasión por el color y la luz.
Libro completo
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